lunes, 3 de noviembre de 2014

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martes, 28 de octubre de 2014

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lunes, 20 de octubre de 2014

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lunes, 9 de junio de 2008

Martin Urdemales y las chivas voladoras

Martin  Urdemales  era  un  hombre  de campo  que  un día  tras haber recibido  su  sueldo  mensual decide,  al día siguiente, irse para  Colan  Conhué a gastar lo que había ganado y merecía por todo su sufrimiento que le provocaba el trabajo y que poco le gustaba.

Allí  estuvo  una semana de  fiesta.

Después, cuando se iba  le quedaban seis  monedas  de un peso y se preguntó "¿Qué  puedo comprar  con  estas monedas?". Entonces fue  a preguntarle  a Don Manuel  quién  vendía  caballos éste  le  respondió  que Cachasu. Fue Martin a la casa  de Cachasu y le dijo  si le vendía  un caballo. El vendedor de equinos le dijo que si. Martin le explico que no tenía  plata y le preguntó que  si no tenía trabajo.

El  vendedor le dijo que tenía  chivas  para  cuidar, ante  lo que Martin acepto; hecho el arreglo se fue con  el  patrón para  el campo. Cuando el patrón se fue, Martin soltó las chivas  y se fue para lo de  su vecino  a quien se las vendió. Se fue para el campo  que cuidaba, pero antes pasó  a agarrar martinetas, les cortó las alas y metió las martinetas en el corral. Se fue a agarrar el caballo  más rápido que tenia el  patrón y partió para el pueblo a avisarle. Cuando llegó -haciéndose el asustado- le dijo que no quería trabajar más:

-Porque una mañana  yo taba matiando y salí a buscar a las chivas y las encerré, .de hay me jui a seguir matiando, despué jui a ordeñarlas  y… baiga susto me pegué pachón  Yo mejor me voy, su campo tá embrujao. Vaiga que me convierta a mí taén.

Y se fue para Comodoro  buscando otro tonto para embromar.

El patrón fue a ver a las chivas y descubrió la mentira. Se fue a buscarlo  pero Martin ya no estaba, ya se había ido, Nadie más supo de él en el pago.

 

Texto original. Pedro Urdemales  y las yeguas voladoras
Versión adaptada por Nicolás Alberto Santander 1º año ESB

Taller: Jugando con la literatura - 2008

Escuela Nº 79 c/i  de Colan  Conhué

Chubut - Patagoña -   Argentina

Serebella

Había una vez una hermosa joven llamada Serebella, que vivía en una vieja choza cerca del palacio. Ella estaba enamorada del príncipe y soñaba con casarse con él. Ella vivía con una bruja malvada que odiaba a todo el mundo, esa bruja la hacía trabajar de día y de noche.
Un buen día al rey se le ocurrió hacer una fiesta , a la que irían todas las damas casaderas del reino.
Al otro día llegó la invitación a manos de la dulce joven. La malvada mujer al descubrir la invitación, lanzó un terrible hechizo convirtiendo a la joven en una horrible mujer, para que no fuera al baile. Ella llorando dijo:
_¿Por qué?, ¿qué he hecho yo?
De repente apareció un hada de tiernos ojos y de bello rostro y dijo:
_¡No llores, no estés triste!
Serebella, le contó todo lo que había ocurrido. Ella movió la barita y con un lindo hechizo la convirtió en la hermosa joven que era antes del hechizo de la mala mujer, entonces le dijo:
_Vé al baile, pero recuerda que a medianoche el hechizo se deshará.
Entonces la joven fue. Al verla entrar, el príncipe quedó maravillado con su belleza. Bailaron toda la noche y al finalizar el vals, el reloj tocó las doce campanadas. Alarmada, Serebella gritó:
_¡Ay, no...! ¡Debo irme!
Ella salió corriendo y el príncipe le gritó:
_ ¡No, espera!, ni siquiera sé tu nombre.
Bajando las escaleras perdió su zapato izquierdo y el príncipe lo levantó. Al otro día, fueron casa por casa buscando a la joven que calzara el zapato.
Llegó a casa de la joven, ella se probó el zapato, al calzar justo, el príncipe la quiso abrazar y la joven desapareció. La casa se llenó de humo y en ese instante apareció la malvada mujer, lanzándole uno de los malvados hechizos al príncipe y a los guardias y convirtiéndolos en unas sólidas estatuas .
Al tiempo, se rompió el hechizo, los guardias y el príncipe, volvieron a ser humanos . Después el príncipe se casó con otra princesa, nunca mas volvió a ver a la joven que lo había deslumbrado. Y Serebella tras tanto sufrimiento, murió de amor.

Adaptación libre de un cuento popular
Cuento original: Cenicienta
Versión propia: Serebella
Autor/a: Laura Vanesa Lagos

viernes, 6 de junio de 2008

¿Y qué más soñó el sapo cuando...?

¿Qué soñó el sapo cuando fue árbol, cuando fue luciérnaga y cuando fue nube?

lunes, 2 de junio de 2008

Los sueños del sapo


Una tarde un sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy árbol.

Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche.

Todavía andaba el sol girando en la vereda del molino. Estuvo largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se quedó dormido.

Esa noche el sapo soñó que era árbol.

A la mañana siguiente contó su sueño. Mas de cien sapos lo escucharon:

- Anoche fui árbol - dijo -, un álamo. Estaba cerca de unos paraísos. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas, pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia.  Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.

El sapo se fue, llegó a la huerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga.

Esa tarde el sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy río.

Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.

- Fui río anoche - dijo-. A ambos lados, lejos tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. la misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Descubrí que los barcos llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está quieta, es la espuma que anda; y que el río siempre está callado, es un largo silencio que busca orillas, la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño; sube y baja por las espirales de un caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.

Y el sapo se fue, volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil.

Esa tarde el sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy caballo.

Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron de muy lejos para oírlo.

- Fui caballo anoche - dijo-. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.

Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente dijo:

- No me gustó ser viento.

Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:

- No me gustó ser luciérnaga.

Después soñó que era nube, y dijo:

- No me gustó ser nube.

Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua.

-¿Por qué estás tan contento? - le preguntron.

Y el sapo respondió.

- Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.